" /> Sin noticias de Alex: Noviembre 2005 Archives

« Septiembre 2005 | Main | Diciembre 2005 »

6 de Noviembre 2005

¡¡¡¡¡¡¡¡RoooooooXaNe!!!!!!!!!

SecretaMirada.JPG

Todo empieza con una mirada... a partir de ahí ya te tiene atrapado. No puedes, ni sabes, ni quieres huir. Esa mirada te gusta, la quieres, la adoras mientras vives y la puedes sentir mientras sueñas. Siempre que ves esa mirada dulce, esa mirada triste, que parece buscar un refugio en tu propia mirada quieres protegerla, cuidarla e incluso dar tu vida por ella. Proteger lo que uno más quiere. Es tu tesoro, tu secreta mirada...
¿Qué ocurre cuando te sientes amenazado?¿Por qué tenemos tanto miedo a perder lo que nos es importante?¿Qué nos pasaría si algo amenazara esa mirada secreta que tanto valor tiene para nosotros?¿Acaso no moveríamos montañas hasta que nuestro propio cansancio nos derrumbara hasta la mismísima muerte?
Yo quiero proteger mi mirada, esa mirada de ese alguien tan especial que me cambia los sentimientos y me lee los pensamientos con una aparente voluntad propia. Yo sé que movería montañas para protegerla. Yo, que creo no temer,... pero temo.

SecretaMirada.JPG

2 de Noviembre 2005

Así eres tú en mi mente.

Se me dibuja una sonrisa totalmente involuntaria y me siento bien. Ahí estas tú, imperecedera. Estás de pie, como apoyada en una pared que no se ve. El sol brilla de sobremanera y se refleja en tus ojos oscuros como la noche. El misterio de tu mirada me deja paralizado y no me muevo. No me muevo para no cambiar nada. Todo está en su sitio, menos tú. Sonríes, me hablas y tu pelo negro se mueve suavemente con la brisa de un viento, que empiezo a sentir en la nuca como un escalofrío, y que inexplicablemente parece salir de tus labios. Tu sonrisa en cambio enciende un fuego, que quema mis entrañas y no me deja respirar. Me asfixia en un bienestar comparable al abrazo de mi madre. Me estas hablando, te veo, pero no te puedo oír bien. Sólo palabras sueltas. Un "feliz" y un "gracias" se abren paso a través del aire para entrar por mis oídos y salir por cada uno de los poros de mi cuerpo. El impulso es muy fuerte. Quiero besarte, pero aún no puedo moverme. Me miras directamente a los ojos y entonces te oigo perfectamente: "¡No te resistas!"
Un beso, un ardor en todo el cuerpo y finalmente un rojo cegador nublando mi vista y pellizcando mi brazo para volver, volver. He vuelto y tú no estás. Lo siento. ¿Lo siento? No lo sé, pero no quiero saberlo. Prefiero amarte así. Jamás lo sabrás, no me amarás y serás por siempre mi princesa, aunque nunca lo sabrás.
Si la sed de amarte me quema, moriré de amor, mientras tú permeneces imperecedera...